Entraron a la casa de Gwyneviere con el abrigo de la noche. Vandrell dejó sus cosas en el suelo y depositó la cena que había ido a comprar sobre la mesa.
- Estoy hambrienta.
- ¿No quieres asearte y cambiarte?
- Qué más da. El daño ya está hecho -dijo ella.
Vandrell la observó por un momento, pero no dijo nada. Sirvió la comida en dos platos