Ella nunca hará nada por ustedes.

Ambos nos dirigimos a la ubicación en la cual Marco había estipulado que entregaríamos a Montserrat.

Llegamos a un antiguo almacén abandonado, donde Marco había establecido su guarida. Nos adentramos con cautela y dispuestos a enfrentar cualquier peligro que se presentara.

Al entrar, encontramos a mi madre atada y amordazada, su rostro reflejaba el miedo y la angustia. Mi corazón se desgarró al verla en ese estado, pero me mantuve firme y me acerqué a ella para liberarla.

En ese momento, Marco apareció detrás de nosotros con una sonrisa malévola en su rostro.

No había rastros de Hanna ni de mi hija.

"Vaya, vaya, parece que tenemos invitados sorpresa", dijo burlonamente.

"¿Dónde está Hanna?", preguntó Max.

Scott salió de las sombras y se acercó a Montserrat, Max la sujetó fuerte.

"Si quieres ver a tu mujer y a tus hijos con vida, entrega a tu hermana", Marco continuó amenazando y burlándose de nosotros.

Montserrat se soltó de Max y él solo se le quedó mirando con pesar. Scott se acercó
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