Capítulo 51.

Simone.

—Éline, cariño, no vas a saludar a tu mami —dice Agatha suavemente.

«Mami…» La palabra hace que mi interior se estremezca, la culpa hace más presión en mi conciencia; me siento el peor ser del mundo. Ella sale detrás de su abuela, está un poco más alta y delgada. Cuando sus ojos dorados chocan con los míos siento que el mundo deja de girar.

—¿Es para mí? —pregunta señalando la rosa.

—Claro, cariño es tuya —se la ofrezco y ella se acerca a tomarla.

—¿Sabías que venía? Abue me dijo que has estado muy enferma, que por eso te fuiste —juega con la flor entre las manos—. No te perdono, aún estoy molesta —sus palabras son como cuchillas contra mi pecho—. Pero si me das un abrazo y vuelves conmigo y con papi puede prometo que me olvidaré de todo.

La superioridad con la que habla hace recordarlo a él, a esa forma sin filtro con la que exige lo que quiere. No puedo hacer más que abrir mis brazos para estrecharla entre ellos. Ella no lo devuelve, se deja abrazar. Cierro mis ojos percibie
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