Cap. 146: Puede tener el mundo… pero conmigo.
Pasaron unos días, y la calma no regresó del todo. Logan visitaba a los niños cada tarde. Jugaba con ellos en el jardín, les contaba cuentos al atardecer, los escuchaba con atención mientras le mostraban dibujos o intentaban explicarle sus juegos nuevos. Pero cuando se acercaba a April, cuando intentaba quedarse con ella una noche más, cuando su mirada se volvía suplicante y su voz bajaba al mínimo, ella se limitaba a decirle con firmeza que no. Que aún no. Ni siquiera le abría la puerta de su cuarto después de las ocho.
Nathan, por su parte, seguía con los antojos más absurdos que se le pudieran ocurrir a un hombre. De repente, quería helado de pepinillos a las diez de la mañana, tortitas de arroz con mermelada de ají picante al mediodía, y sopa de tomate con crema pastelera por las noches. La oficina era un caos. Nadie entendía nada. Marie, desde su escritorio temporal en la sala contigua, no podía evitar reírse en silencio cada vez que lo veía salir con cara de fastidio por haber