Por eso empezó a creer que Tara era la víctima y Sylvia la manipuladora.
Encarceló a Sylvia para que no volviera a hacerle daño a Tara, y al final su ira lo llevó a divorciarse de ella.
Acababa de recuperar el control de su empresa en ese entonces y estaba muy ocupado con los asuntos del trabajo. Llegó a estar tan ocupado que solo podía dormir unas horas en la oficina durante mucho tiempo.
Tara sufrió daños permanentes por la caída y nunca podría volver a quedar embarazada, y se volvió un poco inestable mentalmente. Por eso, siempre que tenía tiempo, iba a visitarla.
Cuando por fin resolvió los asuntos de la empresa, había pasado un mes desde el parto de Sylvia.
Ese mismo día, cuando volvió a casa, vio cómo Sylvia abofeteaba a Tara.
Estaba furioso.
Era culpa de Sylvia que Tara no pudiera volver a quedar embarazada, y Tara no se quejó ni una sola vez. Incluso visitaba a Sylvia con frecuencia.
Sin embargo, Sylvia no apreciaba el esfuerzo de Tara y la abofeteó seis veces.