Cuando Caprice se aventuró en el pasillo, un agarre firme la agarró de la muñeca, empujándola abruptamente hacia el lado de Liam, una mirada fugaz reveló sus mejillas sonrojadas.
Con una sonrisa segura, Liam la acompañó afuera, donde su auto la esperaba en el espacio de estacionamiento adyacente, y el conductor abrió rápidamente la puerta a su llegada.
Liam soltó a Caprice y le hizo un gesto para que entrara al vehículo antes de hacer lo mismo, indicando al conductor que se dirigiera hacia la residencia de los Stockton.
Un silencio palpable los envolvió durante el viaje, roto sólo por el rítmico zumbido del motor mientras Caprice buscaba consuelo en su reflejo, descubriendo sus mejillas sonrojadas, un persistente recordatorio de su encuentro íntimo en el ascensor.
Llena de descontento, Caprice no pudo ocultar su frustración, lo que provocó que Liam investigara su comportamiento. Su aguda respuesta delató su inquietud, cuestionando la disposición serena de él en contraste co