Caprice respondió con una sonrisa y dijo:
—Claro.
Madame Stockton pareció contenta con la respuesta de Caprice y le hizo un gesto para que se uniera.
—Vamos, tus padres te están esperando en casa.
Caprice subió al vagón lanzadera junto a Madame Stockton. Unos minutos más tarde llegaron a la residencia de John y Sherry.
Caprice salió del auto con la señora Stockton y apenas había cruzado la puerta cuando fue abrazada por una figura familiar. Un par de brazos la rodearon y besos afectuosos aterrizaron en sus mejillas. En broma, bromeó:
—Mamá, tengo diecinueve años.
La dama de aspecto juvenil, a pesar de su edad, no era otra que Sherry, colmando de amor a Caprice. Pellizcando las mejillas de Caprice, Sherry afirmó:
—Caprice, soy tu madre. Tengas o no sesenta años, siempre serás mi querida hija y todavía te daré besos. ¿Entendido?
Caprice se rio entre dientes y respondió:
—Entiendo. Sherry la soltó, le revolvió el cabello y preguntó: —¿Por qué estás sola? ¿Dónde e