Caprice se encontró en el asiento trasero del coche, hosca y con el ceño fruncido, mientras éste emprendía el viaje de la universidad a Glanchester.
El largo viaje que les esperaba prometía al menos tres horas de tranquila soledad. Aunque inicialmente se había sentido con energía después de una noche de descanso, el silencio dentro del auto la indujo gradualmente a la somnolencia.
Cuando bajó la cabeza, Caprice se encontró involuntariamente apoyada en el hombro de Liam. Parecía que, durante su siesta inadvertida, ella se había movido hacia él hasta casi sentarse a su lado.
Mientras tanto, Liam se sentó erguido, estoico y frío, manteniendo su habitual expresión indiferente mientras miraba al frente.
Caprice, al despertar, ajustó sutilmente su posición y se sintió obligada a explicarle su siesta accidental a Liam.
En respuesta, él gruñó un desinteresado “Está bien”, mostrando falta de preocupación. Estaba claro que consideraba el incidente intrascendente, veía a Caprice como