El ceño de Janine se frunció mientras escuchaba atentamente al otro lado del teléfono. La preocupación y la ira surcaron sus rasgos, visibles incluso a través de la llamada de voz.
Su ansiedad estaba enraizada en el bienestar de Shannon, mientras que su resentimiento estaba dirigido a Sherry, y su frustración estaba enraizada en su asombrosa deuda de ochocientos millones.
Después de contemplar la situación, finalmente habló:
—Shannon, no te preocupes. Vigila a esa chica y asegúrate de que no se acerque a John. Discutiré este asunto con su padre y buscaré una solución. Actualizaré tan pronto como tengamos un plan.
—Entendido, mamá. No te pongas en una situación difícil por mi culpa. Yo también pensaré en una manera.
—Relájate y sé la señora Stockton. Confía en mí, vigila a esa chica y no lo pienses demasiado. Tu papá y yo vamos a resolver algo.
Shannon respondió agradecida:
—Gracias, mamá.
—Ni lo menciones, cariño. Descansa bien.
—Tú también, buenas noches.
Con la