Por fortuna, Helmut logra controlarse y solo se limita a asentir y alejarse en una silla donde sin duda, pelea consigo mismo para controlar su enojo. Al estar allí, me siento incómoda, pero, me esfuerzo en no notar que está allí y trabajar.
— ¿Cómo se llama mi hijo? — pregunta y yo respiro profundo. — Albert. — — Aitana, Ariana y Albert — susurra Helmut suavizando su voz. — Sí, así se llaman mis hijos — murmuro. — ¿Por qué no me dijiste que estabas embarazada? — — Fui a buscarte después de verte con esa mujer y dije que te daba mi última oportunidad. Quería que mis hijos tuvieran a sus padres juntos, pero, ¿Cuál fue tu respuesta cuando te dije de tener hijos? Me dijiste qué harías que los abortara — &m