—¡¿Qué demonios te pasa?! —gritó Vanessa, cuando quiso ir contra ella, Marbella volvió a darle una bofetada que la lanzó de nuevo al suelo.
La mujer chilló adolorida.
—¿Creíste que tus mentiras y basura se esconderían para siempre? —exclamó Marbella
La mujer le miró perpleja, sin poder entender.
—¡No sé de qué hablas! Sé que tienes viejos motivos para odiarme, creí que teníamos una bandera blanca de paz al respecto.
Marbella se echó a reír.
—Mujer, entre tú y yo siempre habrá una guerra, una guerra perdida para ti, no solo no olvido el daño que me hiciste, ahora sé del daño que le hiciste a Lugh, no me cansaré en la vida hasta verte sufrir y pagar por el daño que nos has hecho —sentenció rabiosa
Los ojos de Vanessa se abrieron enormes, se preguntó por lo que la mujer sabía, tuvo miedo de haber sido descubierta.
«No hay forma en que esta idiota lo sepa, debo seguir fingiendo, es mi mejor salida», pensó
—Pero, ¿de qué hablas? Yo no recuerdo nada, ¿podrías tener piedad de una pob