Pasaron varias semanas, Amelia asimiló la ausencia de Ignacio, y su estado de ánimo mejoró de manera considerable. Por un lado no tenía que fingir tanto ser Silvia, no debía enfrentar sus peleas y reproches hacia su esposa que, aunque no estaban dirigidos a ella, igual le afectaba mucho lo emocional.
Hubo una en el grupo Alcázar, cuando la reunión finalizó Jimena se acercó a Ignacio y le dijo.
—Ya casi ni hablamos desde que te fuiste de la casa.
—Si, a pesar que estamos en el grupo todos los días.
—Pero no coincidimos con los horarios. Hay algo que quiero decirte a solas.
—Vamos a mi oficina. —Cuando llegaron ella cerr&oa