En la mañana Rodrigo bajó al comedor a desayunar. En la mesa ya estaba Braulio.
—Buenos días papá.
—Buenos días hijo. —Rodrigo se sentó.
—¿Y tía Elena?
—Amaneció indispuesta. Y tu como que no dormiste bien, cargas una cara.
—La verdad dormí muy poco, es que descubrí algo que me causó mucha inquietud.
—¿Sí, y qué es?
—Espera un momento y te lo digo. —Rodrigo le dijo a Lalita que estaba sirviendo el desayuno que le llamara a Lucrecia. Cuando ella llegó al comedor le dijo:
—¿Me mandó a llamar señor Rodrigo?
—Si Lucrecia, quiero hablar con ustedes dos aprovechando que no está tía Elena aquí presente, y no me voy a andar con pelos en la lengua. ¿Quién de ustedes dos está trayendo a Scarlet