8| Favores.

Sara se apartó del agarre de Emiliano con fuerza, dándole un golpe en la muñeca.

— No me puedes exigir que te diga nada, ya no importa.

— No, te equivocas, importa, así que dímelo.

— Pero antes no querías que te dijera nada — Emiliano dudó.

— Pues ahora sí quiero.

Sara sabía que no podía escapar de aquella situación, pero tal vez podía retrasarla un poco, así que abrió la puerta del auto en medio de la calle y salió corriendo a toda velocidad dejando al CEO en su auto, fúrico.

No tenía dinero para tomar un taxi, así que tuvo que caminar hasta la estación del metro y cuando llegó a casa se encontró a su hermana ayudándole con la tarea a sus hijos.

Mael corrió hacia ella y se le colgó del cuello, luego la tomó por la mano y la llevó al mueble.

— ¿Dónde estabas, mami? — Sara observó los tres pares de ojos que se posaron en ella, con anhelo y esperanza.

— Logré conseguir trabajo — les contó y Sofía se puso de pie y caminó hasta ella.

— ¿Dónde? — Sara le apartó la mirada.

— Soy la
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