Stella se acercó a una de sus asistentes, una joven llamada Valeria, conocida por su estilo provocativo, aunque llevaba uniforme como el resto del personal. Valeria siempre encontraba la manera de modificarlo, subiendo el dobladillo de la falda y dejando algunos botones de su blusa desabrochados, dándole un toque insinuante.

—Valeria, quiero que me acompañes de compras —solicitó Stella, intentando sonar decidida mientras observaba el atuendo de la chica.

Valeria la miró con sorpresa, arqueando una ceja.

—¿Está segura, señora Stella? —preguntó con una sonrisa divertida—. No me malinterprete, pero… usted es muy recatada, y bueno, el estilo que yo uso…

—Sí, estoy segura —la interrumpió Stella, tratando de mantener su determinación—. Ven conmigo al centro comercial. Quiero verme… como tú.

Valeria contuvo la risa, entusiasmada por la idea, y aceptó sin dudarlo. A medida que recorrían las tiendas, Valeria se mostró en su elemento, eligiendo piezas de lencería y prendas sin filtro. Le mostró