Tomé un baño de agua helada, pero mi temperatura no disminuía y mi deseo por Emma iba en aumento, esto era malo, muy malo, yo deseaba a Emma, pero no la tomaría de esa manera, ni inconsciente, ni por la fuerza.
Salí del baño envuelto en una bata y busqué mi teléfono desesperadamente, marqué un número.
Ya había marcado una primera vez cuando alguien había tocado la puerta de la habitación, suponía que era él o la susodicha que nos había drogado queriendo comprobar si ya estábamos inconscientes o en mi caso incapaz de pensar con claridad.
La primera vez había llamado a August y esta segunda, llamaría a mi madre.
*
-Madre...
-Adam, August me avisó...
-No tengo tiempo madre, llama al médico para que él venga a revisarme, no me gusta como me estoy sintiendo por favor.
*
Le colgué, no podía hablar tanto como quisiera, volví a encerrarme en el baño por media hora mientras los temblores y espasmos me recorrían.
¡TOC, TOC!
-Adam puedes oírme, soy yo Alana hijo, el médico viene conmigo.
-Ya abr