Mi cuerpo tembló, no de miedo sino de una sensación de alegría que me desbordaba, aunque le había pedido a Adam que no insistiera y había cumplido en no visitarme, me enviaba flores todas las mañanas y las de hoy venían con ese mensaje que hacía que mi corazón latiera desenfrenado.
He estado intentando no enamorarme de él marcando la distancia entre ambos y evitando ir a su casa, no está funcionando, aún a pesar de todas esas cosas, un sólo mensaje de texto, las flores, el desayuno, esas cosas pequeñas que él hacía, hacían que cada día que pasaba me enamorara más de él.
Aspiré el delicioso olor de las flores y entré para realizar mis actividades después de colocarlas en un jarrón con agua, ya había desayunado, Adam me había enviado una ensalada, un omelette y un licuado de frutas al departamento, lo hacía desde la mañana posterior a su borrachera.
Siempre esperé que Adam fuera grosero o indiferente conmigo, no lo era, pero aún temía que su amabilidad terminara en cuánto estuviéramos