Capítulo 8. Un guardarropa nuevo
Ivy Cross
El reloj marcaba las once con cuarenta y cinco cuando escuché pasos acercarse al otro lado de la puerta. Estaba sentada en el borde del sofá, con la bata blanca de baño ajustada a la cintura, el cabello aún húmedo cayendo en ondas sobre mis hombros. Me habían dicho que vendrían a peinarme y maquillarme, como si fuera un maniquí más que necesitaba presentación. Pero no era eso lo que realmente me tenía inquieta.
Estaba esperando a la mujer que, según el ama de llaves, sería la encargada de diseñar y armar un guardarropa completamente nuevo para mí. Desde cero. Con cada prenda, cada tela, cada detalle seleccionado según sus criterios... o peor, los de Alejandro. La sola idea me revolvía el estómago, no por vanidad, sino porque cada nuevo cambio que él imponía me hacía sentir más atrapada en una vida que no pedí, ni soñé.
No me sentía parte de esa habitación ni de esa mansión. Esa mujer que vendría, fuera quien fuera, marcaría el inicio de otro paso hacia una versión de mí que