Capítulo 20. Entre el cielo y el abismo
Alejandro Cross
La observo desde el rincón, el único lugar donde me siento capaz de contenerme.
Su respiración pausada llena el cuarto como un maldito canto hipnótico. El cabello negro, largo y ondulado, cubre la almohada como un manto oscuro, etéreo. Incluso dormida parece un maldito enigma, algo que nadie —excepto yo— puede descifrar.
Anoche…
Mierda.
La forma en que gritó mi nombre, la forma en que se quebró y se aferró a mí como si fuera su única salvación… Me quema la mente. Me quema el cuerpo. Me quema el alma.
Pensé que después de poseerla así, la necesitaría menos. Que tal vez, por un segundo, la obsesión se calmaría. Pero no.
Ahora la quiero más.
La quiero siempre.
La quiero rota y entera, furiosa y sumisa. La quiero respirando solo para mí.
Mis dedos aprietan el borde del asiento.
Podría quedarme aquí horas, mirándola, grabando cada curva, cada mechón de cabello, cada respiración. Mi lionne. Mi leona indomable…
El maldito teléfono vibra en mi mano, una vibración seca, intrusi