Capítulo 78. Una conversación para recordar.
Coorah.
En algún lugar frente a la Costa Esmeralda, Cerdeña. Italia 2024.
Abrí los ojos gracias al sonido del mar, y de las aves que oía surcar el cielo. Desde donde estaba, en una especie de cama bailesa que habían instalado en la cubierta principal, a la popa del barco, cubierta por toldos de gasa y lona blanca, que nos protegían del sol, y con cuidado de no ser deslumbrada, dirigí mi vista al verde claro del mar, en contraste con el azul turquesa que se veía en zonas más profundas, alejadas de la costa, la tierra blanca, y el bosque mediterráneo que casi hasta llagaba al borde de los acantilados, todo era impactante, era como estar el en paraíso, y nosotros fuéramos Adán y Eva, antes de ser expulsados, antes de ceder a la tentación.
Junto a mí, dormido, y comprensiblemente agotado, después de toda una noche sin apenas poder cerrar los ojos, mientras yo me trataba de poner al día, después de años, tras haber recuperado mi segunda virginidad, y, sobre todo, con un colaborador tan