Capítulo 68. Mirada de horror.

Ader no paró de besarla, acariciando su cuerpo duro con urgencia. Temía volver a perderla, y si eso pasaba se hundiría en un hoyo de sufrimiento y angustia, no quería volver a vivir ese infierno nuevamente, de estar separada de ella, no tenerla a su lado.

Aimé arqueó su espalda, libre del control de su mente, solo la pasión dirigía sus actos en ese momento.

—Sí, vamos a hacerlo —pronunció con un ronco tono de voz, mientras él asentía con la cabeza, dispuesto a tenerla.

Él se movió, besándola con pasión, mientras sus manos acariciaban su cuerpo y ella se estremecía ante el recorrido suave de sus dedos, gimió de placer, se sintió vibrar a medida que el tacto de Ader la recorría, dejando una especie de rastro de fuego en su piel.

Su respiración se aceleró, sus ojos se entrecerraron, mientras sus labios se abrían para emitir gemidos apagados de placer.

Los dedos de Ader parecían conocer perfectamente su cuerpo, deteniéndose en cada punto de placer que la hacía suspirar. Sus besos estaban
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