Me despierto aturdida por lo que está sucediendo ya que, no recuerdo haberme dormido y mucho menos pedir una limpieza vaginal como forma de despertarme, pero, Arnold no es alguien que espere un pedido.
— Arnold, por favor.— Buenos días, querida. Es un hermoso día, ¿no es así?— Arnold, ¿Qué rayos estás haciendo? — pregunto confundida.— Comiendo mi dulce favorito de Colombia. — dice Arnold y yo me siento avergonzada.— Deberías pedirle perdón a cada colombiano que hace exquisitos dulces o comen un poco de ellos y dudan de tu opinión.— Me alegra que estén en contra de mi opinión porque si opinan lo contrario, los mataré, nadie puede decir que tu vagina es exquisita si no soy yo.Celos, la posesividad de él no conoce límites, como tampoco su lengua. Por eso, aunque debería decirle que