II

No pude evitarlo: comencé a llorar, era demasiado doloroso que nisiquiera se esperará a que yo estuviera muerta, mi hermana llevaba tres años viviendo en Italia... Sabía que mi pronóstico eran dos años, y uno más si los milagros existían... Ahora está aquí "casualmente", esa maldita mínimo debió esperar a que me enterrarán.

—¿Qué te pasa, te arrepentiste—preguntó el estúpido de Alexander con tono medio burlón- medio indulgente.

—No, pasa que te odio—dije sollozando.

—¿Y por eso lloras como una Magdalena?

—No entiendo porque no pueden esperar a que muera, son un par de idiotas...—me puse de pie y solté una amenaza—Si no nos divorciamos en menos de veinticuatro horas te voy a hacer la vida imposible.

—¡Ja!, como si no lo hubieras hecho ya...

Salí de ahí llorando desconsoladamente, como podían ser tan descarados, me alegraba haberle jodido la existencia a ese hombre a más no poder. Nunca debió estar conmigo, «¿fue por lástima?—me pregunté». El día estaba gris, decidí ir a sentarme a una cafetería: comer un poco sería lo único que animaría un poco el desánimo.

Me quedé ahí un rato, luego tendría que volver a la casa qué compartíamos Alexander y yo a empacar mis cosas, no quería quedarme ni un segundo más a su lado prefería liberar el espacio para que metiera a mi hermana de una vez. En eso mi celular sonó: era mi madre.

—Hola linda, ¿cómo estás?

—Mal, el imbécil de Alexander no quiso firmar los papeles de divorcio.

—¿De qué hablas?—mi mamá no sabía de mis planes pero era hora de que se fuera enterando.

—Lo que escuchaste.

—¿Cómo se te ocurre querer separarte de él?—preguntó evidentemente furiosa.

—Lo detesto... No hay más razones.

—Es el hombre más rico de la ciudad, no sé si te enteraste de la alza en valor que tiene su empresa... Cada día se vuelve más millonario.

—Me importa un comino: solo quiero ser feliz.

—Ni se te ocurra dejarlo, ve y trata de arreglar lo que queda de tu matrimonio.

—No mamá, prefiero ser una pordiosera que seguir casada con él, además ya llegó Tamy así que bueno puedes seguir teniendo un yerno adinerado solo que por parte de otra hija—dicho este le corte y salí del lugar.

Caminé bajo la leve llovizna con mi capuchino en la mano, Irene siempre había sido una persona interesada, se casó con mi padre por plata y eso era lo único en lo que pensaba, la quería muchísimo pero sentía que era una mujer demasiado aburrida además de poco inteligente. La ciudad me envolvió en su murmullo, los altos edificios que subyacían de todas partes se sintieron dolorosamente familiares... Me consumía la nostalgia de pasar por los lugares en los cuales lo había amado. Caminé por el Parque Centro-Urbano recordando cuando salíamos del bar a sentarnos en una de esas incómodas banquetas de cemento, aturdidos por la música, completamente borrachos de enamoramiento, y obviamente, de alcohol. Los árboles seguían siendo los mismos sin embargo yo ya era otra.

Llegué a casa cuando ya estaba bien entrada la noche. Entré sigilosamente y me deslice al cuarto, él no me vio por lo que saque la maleta y me puse a acomodar mis cosas, realmente no necesitaba mucho.

—¿Qué haces?—su voz me sorprendió, tanto que pegué un brinco del susto.

—Alistando mis cosas para largarme.

—Pensé que te quedarías con la casa, fuiste tú quien la diseño.

—No quiero nada tuyo o algo que pueda recordarme a ti.

—Cuánto odio—dijo levantando las manos—recuerda que si no me explicas...

—No me importa, igual me iré... Si quieres que sigamos juntos legalmente está bien pero espiritualmente ya estamos separados. Así ya puedes estar con Tamyria.

—¡Qué necia eres!

—O con tu asistente, me da igual.

—¿Te da igual?, ¿no te molesta pensar en mí con otra mujer?.

—No me molesta, quizás me excita—dije en broma.

—Sara...—su tono se quebró—sonaste igual a la chica de la cual me enamoré—tenía razón... Siempre soltaba chistes descarados, era risueña y divertida, hace tiempo que no lo hacía.

—Bueno, independientemente de eso: no me importa—aunque era mentira, no me gustaba pensar en él besando a otra o teniendo intimidad pero era lo que correspondía.

—Tu madre me llamó desesperada por que no nos separemos.

—Ay, a mí también me llamó, no le había dicho nada y cuando le conté enloqueció pero es comprensible: Irene siempre ha sido sumamente interesada no concibe que uno deje a alguien con dinero, igual no sé en que le afecta si te casarás con mi hermana.

—Otra vez con eso, no sé de dónde lo sacaste pero no...

—Incluso ella regresó a la ciudad inmediatamente note un brillo extraño en su mirada, no pude evitar que me doliera el pecho—no hay mucho más que hablar. Mañana terminó de ordenar.

Me retiré a la habitación de huéspedes, a veces dormía con él por obligación pero normalmente utilizaba otros espacios para descansar. Me tiré en el suelo y puse música triste, recordaba perfectamente el día en que me enteré de aquello... Cuando el volvió del trabajo por la noche en lugar de recibirlo con un beso y la cena hecha lo ataque consumida por la furia y un dolor profundo como el océano. Quebre todas nuestras fotos juntos, incineré todos los regalos que me había dado. La casa quedó hecha un desastre hasta que me calmé unas semanas después, fue hasta ahí que finalmente pudieron repararla. Pero la ira no desapareció, mi corazón se ahogaba, el resentimiento crecía, me sumergí en alcohol y las sustancias para escapar de la realidad hasta que en algún momento pude reaccionar, dejar aquello, logre meterme al gimnasio pero eso no cambió mis sentimientos de odio hacia mi esposo.

En mis sueños recordé aquellas primeras tres semanas de matrimonio, un día en el parque haciendo picknic... Jugando como niños, dándonos besos y riendo a más no poder. Cuando desperté no pude evitar sentirme mal, me dolía todo... Respiré profundamente y me fui a alistar la maleta, cuando un mensaje de Tamyria llegó:

«Hoy mamá nos invito a almorzar, ya le avise a Alex espero que también te presentes».

El aire comenzó a faltarme, me mareé y caí golpeándome con fuerza contra el borde de la cama. Sentí un agudo dolor antes de hundirme en la oscuridad.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP