Isabella sintió inmediatamente que se le apretaba el corazón, pero mantuvo una expresión serena y calmada al responder:
—No fui yo, ¿por qué pensarías eso?
Daniel observó su expresión. Se consideraba a sí mismo alguien que raramente se equivocaba al juzgar a las personas, pero precisamente había fallado con su propia familia.
Primero, Isabella era extremadamente hábil para fingir, y segundo, el halo de ser su hermana le había nublado la vista, dejándose engañar varias veces.
—¿Entonces el secuestro reciente de Marisela, usando esa droga llamada compuesto de transformación de Fennil, tampoco fuiste tú? —volvió a preguntar Daniel.
—Por supuesto, eso no lo hice yo —dijo Isabella con firmeza.
Daniel vio que aún se negaba a admitirlo, así que sacó directamente varias hojas de una carpeta sobre el escritorio, las levantó verticalmente para mostrárselas y dijo:
—¿Entonces qué es esto? Explícamelo.
Isabella vio el contenido del chat impreso en las hojas. Esas palabras tan familiares hicieron q