Al oír esto, Lorenzo la siguió dócilmente y juntos subieron a un taxi.
Mientras tanto, en la siguiente esquina...
Marisela rechazó la oferta de Matías de visitar anticipadamente la empresa y decidió esperar a Celeste allí.
Al ver llegar el deportivo rojo, se acercó a la acera para subir.
—Vaya Mari, qué poco considerada eres —se quejó Celeste—. Cuando menciono a Matías, actúas como si no quisieras tener nada que ver con él, pero luego te subes a su coche solo para charlar un rato más.
Marisela no supo qué responder y se justificó con dificultad:
—Era solo un trayecto de unos minutos, tampoco pudimos hablar mucho.
—Pero sí lo suficiente para darse unos cuantos besitos —respondió Celeste con un bufido.
Marisela: ...
—Confiesa de una vez qué hablaron, o lo interpretaré a mi manera —insistió Celeste.
Marisela esbozó una sonrisa resignada:
—Te lo juro, no hablamos de nada especial, solo comentamos algunas cosas sobre la empresa.
Mientras ellas seguían discutiendo durante el trayecto a casa,