Y efectivamente, cuando él estaba a punto de preguntar con impaciencia, llegó la respuesta, exactamente como había pensado:
—Me llamo Isabella Fuentes.
Al escuchar este nombre, la esperanza que había surgido en el corazón de Daniel se desvaneció completamente, hasta cerró los puños, con una expresión de furia en la cara.
—Me estás mintiendo, ese collar no es tuyo para nada, ¿de dónde lo conseguiste? —preguntó Daniel con frialdad.
—Más te vale decir la verdad, si cooperas honestamente, no solo no te haré responsable, sino que hasta te daré dinero de recompensa.
Al escuchar estas palabras amenazantes, con la presión de alguien poderoso, Isabella se esforzó por mantener la calma para no perder el control.
¿Dinero de recompensa? ¿Creía que se conformaría con eso?
Ella quería más, no solo dinero, sino también identidad y estatus.
Isabella entrecerró los ojos, ya tenía un plan perfecto en su mente, así que con voz calmada y tranquila dijo:
—El collar es mío, ¿qué pruebas tienes de que no es