Viendo que no sentía vergüenza sino orgullo, Ulises negó con la cabeza y se dispuso a regresar a su cuarto.
—¡Cuando te hable acuérdate de ser amable, no vuelvas a molestar a mi amiga! —le gritó Celeste al desalmado de Ulises.
Como respuesta obtuvo que le cerrara la puerta sin piedad en las narices. Celeste se quedó mirando la puerta con furia y luego se fue a su cuarto.
En la esquina del pasillo.
Libertad, que pasaba con un vaso de agua, había escuchado toda la conversación, frunció ligeramente el ceño, reflexionó un momento, y luego siguió hacia el otro lado del corredor.
En la habitación.
Ulises abrió la caja de terciopelo y vio un par de gemelos de zafiro de lujo discreto, engarzados en platino.
Los tomó para examinarlos de cerca, tanto la calidad como la artesanía eran excelentes, reflejando una luz brillante bajo la lámpara.
Alzó ligeramente una ceja, muy satisfecho con el regalo.
Marisela tenía buen gusto y sabía elegir.
Al escuchar a Celeste decir que ella tenía otro regalo par