Ulises lo miró, su expresión se detuvo ligeramente, luego apretó los labios y sus dedos se tensaron alrededor de la copa de vino.
—Vamos, cuéntale a tu hermano, ¿cómo se llama la cuñada? ¿De dónde es? ¿La conozco? —Germán se emocionó, su alma chismosa ardía intensamente.
Al escuchar esto, a Ulises se le marcó una vena en la frente y dijo seriamente:
—¿Qué cuñada? Solo nos hemos visto dos o tres veces.
—Eso significa que fue amor a primera vista~ —dijo Germán riendo.
—Se ve que tiene buen rostro y figura, ¿eh? Es una belleza, con porte distinguido —añadió Germán.
Ulises suspiró resignado.
En su mente apareció el rostro de Marisela. Efectivamente Germán no se equivocaba, pero...
—No es lo que piensas —corrigió Ulises.
Germán sonrió sin decir nada, arqueó una ceja, sonrió pícaramente, con una expresión de "entiendo, comprendo, lo sé".
Ulises suspiró resignado.
—En serio que no, antes ni la conocía, solo que últimamente hemos tenido más contacto indirecto —dijo Ulises nuevamente.
Desde "la