Al oír esto, la voz de Matías también se enfrió:
—¿Qué ha pasado? Violeta, ¿insultaste a la señorita Bustamante?
Con razón Celeste estaba tan enfadada y lo había llamado, porque lo que Violeta había hecho era realmente excesivo.
—¡Lo siento mucho, señor Orellana! ¡No fue mi intención! —se apresuró a decir Violeta.
—En ese momento, yo... estaba enfadada y hablé sin pensar...
—¿Sin pensar? Me parece que fue totalmente intencional —replicó Celeste con desdén.
—Estabas muy arrogante entonces, incluso ibas a golpear a Marisela.
Al oír que quería golpear a Marisela, Matías se enfureció y gritó:
—¡¿Violeta, acaso no quieres seguir trabajando aquí?!
Violeta se apresuró a responder:
—No iba a golpear a Marisela...
—¡Señor Orellana, perdón! ¡Señorita Bustamante, perdón!
Se inclinó noventa grados hacia Celeste, con la voz entrecortada por el miedo y las lágrimas.
—Me equivoqué. No debí provocar problemas, no debí entrometerme en asuntos ajenos, no debí faltarle el respeto a Marisela, y menos insu