Lorenzo apretó los dientes con tanta fuerza que las venas de sus manos sobresalían por la tensión. Una amargura insoportable le oprimía el pecho.
Frente a él, Aurelio ya no encontraba palabras de consuelo, pensando en la ironía de la situación. Antes era Lorenzo quien se negaba a hacer público su matrimonio con Marisela; ahora se enfurecía porque ella censuraba su nombre y sentía celos del señor Orellana.
Salió discretamente, cerrando la puerta para darle privacidad a su jefe, y negó con la cabeza suspirando.
En la soledad de su oficina, Lorenzo seguía hirviendo de rabia, casi incapaz de contenerse para no irrumpir en Tec Prosperidad. ¡Cuanto más quisiera Marisela distanciarse de él, menos satisfaría sus deseos!
Instintivamente abrió un cajón, pero solo contenía documentos. Recordó que el certificado de matrimonio estaba en casa, tendría que esperar hasta la noche.
Con furia volvió a llamar al gerente de departamento:
—No solo bloquearemos a los socios de Tec Prosperidad. ¡Quiero que t