El hombre tenía una voz grave que transmitía cierto aire de superioridad. Era definitivamente cautivadora. Celeste se sorprendió y sus largas pestañas temblaron ligeramente. Respondió con calma:
—No sé a qué te refieres, no te estoy evitando.
—¿No le pediste a Joana que me entregara los documentos? ¿Acaso no me estabas evadiendo? ¿Crees que me voy a creer tu excusa de estar muy ocupada?
Aparte de eso, esta noche en el club, ella también estaba evitándolo, evitando cualquier contacto físico con él.
Celeste no entendió a lo que él se refería. ¿Él la había arrastrado a este cuarto solo para decirle estas cosas aburridas?
—En realidad estaba muy ocupada. No te estaba evadiendo —insistió Celeste.
Lorenzo la desenmascaró sin piedad:
—¿Sientes pena después de haberte acostado conmigo y no te atreves a mirarme? No te vi tan avergonzada en la cama.
Al decir esto, reveló una sonrisa juguetona.
En realidad, en la cama, Celeste también se sintió muy avergonzada y no se atrevía a mirarlo. Pero lueg