La sonrisa en la voz de Samuel era de lo más desagradable.
—¡No voy a ir! —contestó Celeste con firmeza.
—Entonces anunciaré nuestra boda —respondió Samuel, con un tono bajo y cargado de veneno—. O mejor aún, le diré a la prensa que me engañaste, que andas con Lorenzo a mis espaldas y que yo lo descubrí.
—¡Samuel, estás completamente loco! —Celeste ya no pudo contenerse.
Samuel estaba tan obsesionado con arruinarle la vida a Lorenzo que hasta estaba dispuesto a ponerse los cuernos a sí mismo para conseguirlo.
—Dime dónde estás. Voy por ti ahora, o me presento solo en la rueda de prensa. Tú decides —Samuel no estaba bromeando.
¿Realmente tenía otra opción?
Este tipo estaba mal de la cabeza... Marina lo había molestado una vez y la dejó lisiada. Si eso había hecho por una ofensa, no le sorprendería que hiciera cualquier cosa por molestar a Lorenzo.
—Estoy en la entrada del parque Vainilla.
Colgó sin esperar respuesta, agarró su bolso y salió.
Mientras caminaba, intentó llamarle a Lorenzo