—Vámonos —dijo Samuel.
Celeste lo miró fríamente, y empujó la puerta del auto para bajarse.
Bzzz…
Justo en ese momento, el teléfono comenzó a sonar. Era una llamada de Lorenzo.
Celeste brillaron los ojos y contestó:
—Lorenzo, ya no estoy en la oficina. Cuando termine con esto, regreso para hablar contigo.
—¿Dónde estás? ¿Estás con Samuel? —la voz de Lorenzo sonaba tensa.
—¿Ya lo sabes? —Celeste se sorprendió—. Dijo que iba a dar una conferencia de prensa, por eso estoy con él...
—Celeste, escucha, ¡no vayas a la conferencia de prensa! ¡Es peligroso! ¡Regresa de inmediato! —Lorenzo la interrumpió con un tono gélido antes de que pudiera terminar.
—¿Peligroso? —Celeste estaba atónita.
Mientras tanto, Samuel, que estaba a punto de bajar del auto con la ayuda de su guardaespaldas, la miró con el ceño fruncido:
—¿Qué peligro?
—Marina tiene un sicario en su empresa en Sudamérica, se llama Naim. Este tipo hace el trabajo sucio para ella. Ingresó al país esta madrugada y hoy va a la conferencia