La atmósfera a su alrededor parecía densa, pero Aisha sabía que había algo más. Estaba mordiendo su labio nerviosa ante el torbellino de emociones que estabas sacudiéndola de repente, cada vez que aquel chispazo de electricidad la golpeaba con cada roce de sus manos ligeramente chocando contra las del hijo de su Alfa, de vez en cuando podía sentir su mirada sobre ella.
Solo había silencio, se escuchaba el sonido de sus pasos más el de los animales del bosque, pero ellos no habían intercambiado ni siquiera una palabra desde que salieron de la casa de la bruja Gala.
Por lo general, ella no se acercaba a ningún macho, tenía pocos amigos y sí, más de uno se había acercado a ella en busca de intenciones, que para cualquier lobo deberían parecer normales, sin embargo, para ella no se sentía así.
Incluso, aunque supiera su naturaleza Omega, desde muy joven, había aprendido a mantenerse alerta alrededor de los machos.
Sabía muy bien lo hermosa que era, porque más de uno se lo había dicho, e i