Desde aquel día Aisha lo había estado ignorando y Kieran no podía estar más frustrado. Por más que intentaré llegar a ella, simplemente no podía.
Había mantenido a todos los machos lejos de ella, porque cada vez que veía uno mirándola de una manera fija, los celos lo golpeaban.
Y él había luchado contra los sentimientos que ella estaba desembocándole.
No entendía la profundidad de estos y eso lo confundía.
Desesperadamente se había aferrado a su venganza, pero esos días sin la cercanía de Aisha lo tenían lleno de tensión y furia reprimida.
Detestaba que ella hubiera de él.
Sus instintos de Alfa lo estaban llevando a perseguir lo que sabía que le pertenecía, y su parte Omega, aunque él quisiera mantenerlo oculto, quería la reproducción con ella.
—Tu fiesta de coronación está cerca, ¿Eso es lo que te tiene tan distraído? —la voz de su padre sonó recordándole su deber.
No sabía en qué momento se había convertido en una especie de lobo débil.
Debería estar centrándose en su manada, en la