—¿Quién crees que eres? Levántate, es hora de trabajar.
Dana se levantó desconcertada, se sentía tan cansada pero sabía que debía obedecer o le esperaba un camino peor. El recuerdo de los azotes que Kian ordenó provocó un estremecimiento involuntario de su parte. De inmediato se aseó para seguir las órdenes a las que era sometida.
—Sirve a la princesa Asling, está esperándote.
Ella apretó con más fuerza la bandeja que estaba sosteniendo antes de asentir aunque cada parte de su cuerpo se estremeció pensando en el encuentro con su prima.
—Danie, estás aquí. Ven, siéntate conmigo.
Casi bufó ante la amabilidad falsa de Asling nada más entrar al comedor.
—¿Te gusta mi vestido? Kian lo mandó a bordar especialmente para mí, es hermoso ¿no crees?
Dana respiró pesadamente intentando ignorar aquella punzada en su pecho para después asentir en respuesta a Asling.
—Pueden retirarse, mi querida prima y yo tenemos mucho de qué hablar.
Las otras doncellas se retiran lanzando miradas venenosas en dir