Urian sabía perfectamente que ella estaba planeando algo. No era un idiota pero se sentía seducido de la maneras profunda e intensa por esa hembra sobre él.
Todo de ella le gustaba.
Su aroma.
Su belleza.
Su atrevimiento.
Podía verse como una dulce princesa pero tenía garras, no le daba miedo enfrentarlo y esa era una de las cosas que más le atraía de ella.
—No sabes lo que estás pidiendo, hermosa.
Kathryn luchó para no sorprenderse por su apodo cariñoso pero no lo logró, aquella palabra había calado en lo más profundo de ella.
Le había gustado.
—Se exactamente lo que quiero.
La rubia sacó su lengua arrastrándola por su labio inferior ocasionando que el macho gimiera de placer y tomara su boca en un beso salvaje que la tomó por sorpresa pero al que ella también correspondió.
La lujuria animal la tomó por sorpresa pero se dijo a sí misma que debía tratarse de aquel lugar primitivo que la estaba influyendo.
Había descubierto que poseía un poder parecido al de su hermana.
Con un toque pod