El cachorro se detuvo en seco al ver en la biblioteca a aquella hembra con la mano sobre su vientre.
Parecía tan solitaria y al mismo tiempo asustada.
Se controló para quedarse en su sitio pero sus palabras protectoras dirigidas a los niños que aún no habían nacido lo golpearon.
La observó en silencio siendo testigo de su dolor, quiso consolarla pero eso no le estaba permitido. Él ni siquiera debía estar allí.
El cachorro dio un paso atrás saliendo de la habitación, no podía ser visto por ella.
Se escabulló por los pasillos con maestría buscando a su hermana entre los demás pero no había rastro de ella, ni su aroma, ni nada que indicara que ella estaba allí como creía que iba a estar.
—¿Dónde demonios te metiste, Katherine? Siempre creas caos.
Sinceramente esperaba que aún no hubiera hecho una locura porque eso los pondría en peligro a todos.
—Hey, tú. ¿Quién eres, cachorro?
Él enseguida se sobresaltó viéndose en una situación incómoda.
Se detuvo en seco a regañadientes antes de que u