Al salir, se envolvió en la toalla y fue directo al clóset, eligió un par de jeans ajustados, de tiro alto, que moldeaban sus piernas con naturalidad, luego, una blusa blanca de manga larga, con un escote sutil que dejaba los hombros al descubierto, dando ese toque entre casual y provocador que tanto le gustaba.

Frente al espejo, se aplicó su crema corporal favorita, de aroma suave y cálido, y luego un poco de espuma para definir sus rizos, su cabello quedó con volumen, suelto, libre, tal como se sentía o como quería sentirse. El maquillaje fue sencillo, crema hidratante, un toque de rubor, un delineado delgado que alargaba su mirada, pero en los labios no hubo discusión; rojo carmesí, su color favorito, el que la hacía sentir poderosa incluso cuando todo dentro de ella temblaba.