Capítulo XXII. "La reencarnación"

A causas del daño que ocasionó mi temblor, cerraron la escuela por algunos días para poder reconstruir ciertas cosas, así que esos días los aproveché para viajar a Salem a estudiar, además de que ayudé a muchos de los damnificados. Después de todo, había sido mi culpa, culpa que aún permanecía dentro de mí, al no haber sido capaz de controlarme.

Álvaro y Adrián dieron con el paradero de cinco lobos más, con ayuda de Connor, dieron también con el paradero de cinco sacerdotes que los mantenían vigilados, personas normales, que tan solo fingían ser sus amigos con la única intención de que no se alejaran de ellos.

En cuanto a Apolo y yo, casi nos habíamos mudado juntos, entrenábamos juntos y luego teníamos grandes sesiones de sexo, lo que se convertía en la mejor parte de mi día.

El regr

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