Por Débora
Nos quedamos en su departamento, nos dormimos pegados, sintiéndonos.
Me despertaron sus besos.
Es como que sus caricias y sus besos me ordenaran dejarme llevar por placer.
Y yo era sumisa a sus órdenes y gozaba con ellas.
Con la llegada del día y la iluminación del sol que se expandía por toda su habitación, ya que algunos rayos se colaban, juguetones, a través de las rendijas de la ventana, nuestros cuerpos se delineaban perfectos y no había sombras ocultando nuestra desnudez.
Parecía que vernos con tanta claridad nos excitaba más, pero anoche, la penumbra, también fue cómplice de nuestra excitación.
Todo con él es lujuria, pasión y sexo salvaje.
También es el sol que alumbra mis días…solo espero que no haya más días nublados.
Terminamos con el rito del amor y nos abrazamos, éramos un imán que no podíamos separar.
Suena mi celular, era Luz, me preguntó si estaba con Gonzalo y si queríamos almorzar con ellos, que también estaban Gabriel y Florencia, que al parecer, le iba a