Auracio
Nos damos la vuelta para ver a la entrada de la cocina, a Marco y Marianne que nos miran atónitos.
- Auracio, ¿no deberías estar en otro lugar, que aquí?
- Esta... cabeza hueca nos ha interrumpido.
- Haha
Él estalla en risa.
- ¡No es gracioso!
- ¿A dónde la llevas así?
- Al sótano. Va a aprender a respetarme.
La arrastro detrás de mí.
- ¡Alto, tenemos trabajo que nos espera, por favor no caigas en su juego!
Marianne intenta hablar, pero no la dejo tomar la palabra.
- Es porque se despertó en una cama que se cree una gran dama. Espérame en la oficina, ya voy.
La levanto sobre mi hombro y bajo con ella. Ella sigue debatiéndose, gesticulando en todas direcciones, no importa, aprieto sus nalgas:
- Hay que reconocer que tienes un buen trasero, me haré un placer de sonrojarlas más tarde, son suaves como desearía.
- Eres un pervertido, no obtendrás nada de mí, prefiero entregarme a alguien más que a ti.
Me quedo paralizado, la hago bajar y la empujo contr