Capítulo 38: oscuro

Ella se sienta suavemente en el sillón frente a la cama, con la mirada baja, retorciendo nerviosamente el borde de la bandeja vacía. Un silencio pesado se instala entre nosotras, una atmósfera densa que pesa en mi pecho.

— ¿Casada a la fuerza? murmuro, con la voz suave, llena de compasión. Yo... lo siento, Angèle. ¿No tuviste otra opción?

Ella sacude lentamente la cabeza, una triste sonrisa estirando sus labios. Sus ojos, de un azul penetrante pero invadidos por una tristeza infinita, finalmente se levantan para cruzarse con los míos.

— No. Mi padre... vendió mi mano como se vende un terreno, para sellar una alianza. Una alianza con Alexandre, para reforzar nuestro poder aquí en Rusia. Fue un matrimonio arreglado, una cuestión de política, de control. Y Alexandre, aunque al principio se mostró reacio, no tuvo más remedio que aceptar. Porque eso es lo que todos esperaban de él. Era su papel, su deber.

Ella aparta la mirada, con un aire un poco perdido.

— Vine a Rusia bajo la apariencia de una oferta de trabajo. Alexandre me trajo aquí, pensando en darme una oportunidad de hacer carrera en el ámbito de los negocios. Estaba entusiasmada, creí que iba a comenzar una nueva vida, que me daría esa oportunidad. Pero en realidad, era solo una trampa. Una trampa para obligarme a casarme con él, para reforzar aún más su poder, para convertirme en una pieza en su juego.

Me incorporo en la cama, impactada por su revelación. Esta historia me golpea de lleno, mucho más duro de lo que imaginaba. Pensaba que esta casa fría y austera ocultaba secretos, pero nunca imaginé una trampa tan terrible.

— Y después... después de que dijiste "sí" en el altar? ¿Qué pasó? ¿Pudiste hablar con alguien, incluso una amiga, alguien de tu familia?

Ella cierra los ojos, visiblemente abrumada por sus recuerdos. Sacude la cabeza.

— No, nadie lo sabe. Nadie podría entender. Mi familia, mis amigos... piensan que me casé con un hombre rico, poderoso, pero en el fondo, soy una simple mercancía. Una mercancía cambiada por bienes, por relaciones. Me siento... me siento vacía, Ariane. No hay amor, no hay pasión, solo una... una obligación.

Me acerco a ella, levantándome de mi cama y sentándome a su lado. Sin pensarlo, tomo su mano en la mía, buscando ofrecerle un poco de consuelo.

— Puedes hablarme, Angèle. No te juzgaré. Yo tampoco elegí mi situación, y creo que siempre hay una parte de nosotras que se pierde en estos juegos de poder. Pero no estás sola, no aquí. ¿Entiendes eso, verdad?

Ella me mira fijamente, una mezcla de admiración y miedo en su mirada.

— Eres más fuerte que yo, Ariane. Yo ni siquiera sé por dónde empezar. Me siento atrapada en este papel de mujer perfecta, de... de muñeca bien colocada, solo ahí para satisfacer las expectativas de todos.

— Me niego a ser una simple figurante en este mundo, Angèle. ¿Entiendes? Yo también lucho por mi libertad, por lo que quiero ser, aunque no sea fácil. Pero mientras respire, no permaneceré en silencio. Y estaré aquí para ti, no tienes que vivir este calvario sola.

Ella me aprieta suavemente la mano, su sonrisa abriéndose paso, tímida pero sincera.

— Eres una verdadera amiga, Ariane. No creí que encontraría a alguien aquí, en este mundo. Pero creo que podemos ser amigas. De verdad.

El ruido de una puerta que se abre en el pasillo nos hace sobresaltar. Auracio aparece en el umbral, con un aire tranquilo pero con una cierta intensidad que me hace adivinar que está aquí para hablar. Me mira un instante, luego su mirada se posa en Angèle.

— ¿Estás bien? ¿Se han conocido?

Asiento con la cabeza.

— Sí, Angèle es encantadora, de verdad.

Auracio permanece un momento en silencio, luego se acerca y me agarra delicadamente por la cintura.

— Necesito hablar contigo, a solas, Ariane.

Echo un último vistazo a Angèle, que entiende instantáneamente. Se levanta con una sonrisa.

— Los dejo. Hasta luego, Ariane.

Una vez que la puerta se cierra tras ella, Auracio me mira de manera más seria, su expresión ha cambiado. Parece querer decir algo importante.

— ¿Te gusta?

— Sí, ¿por qué?

— Ten cuidado. Nada aquí es lo que parece. Alexandre te ve como una mercancía, y está dispuesto a todo para explotarte. Tiene un objetivo muy claro.

Frunzo el ceño, sin entender del todo.

— ¿Quieres decir que ella me oculta algo?

Suspira, su mirada volviéndose más oscura.

— No, no ella directamente. Pero Alexandre, él analiza a todos, incluso a los más cercanos. No creas que su cálida bienvenida es sincera. Eres mi prometida, por lo tanto, potencialmente un activo o una debilidad para él.

Lo miro a los ojos, tratando de entender sus palabras. Sus palabras me golpean, pero debo mantenerme lúcida.

— ¿Y tú, Auracio, también soy tu debilidad?

Me fija la mirada durante un largo momento, sus ojos llenos de una gravedad que aún no había visto en él.

— Eres mi única debilidad. Y por eso me estoy volviendo peligroso.

Entonces me besa, primero suavemente, luego con más pasión, como si intentara hacerme entender la intensidad de sus emociones. Mi cuerpo reacciona a pesar de mí, pero una pequeña voz en mi cabeza me advierte: en este mundo de manipulación y falsedades, nunca debo perder mi vigilancia.

Este mundo... este mundo de Alexandre Belinski... es mucho más oscuro y complejo de lo que había imaginado. Pero soy Ariane, y no me dejaré consumir por esta oscuridad. No sin luchar.

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