Ariane
¡La caridad bien ordenada empieza por uno mismo! ¿Piensan que han encontrado dónde está esa frase? Sí, me quiero a mí misma y lo reconozco.
Con todas esas miradas de hombres sobre mí, Auracio viene a tomarme por la cintura para llevarme a nuestra mesa, ay, los hombres con su posesividad, todo el mundo nos ve juntos, ya deben entender que somos pareja, no hace falta demostrarlo a los demás, saben que no estoy sola. Nos asentamos, los camareros nos traen los menús.
- ¿Qué miras tú? ¿Ya no quieres tener ojos?
Es Auracio quien acaba de reprender a un camarero que mira demasiado mi escote. El camarero baja automáticamente la mirada.
- Perdón, señor, aquí están sus cartas.
Él deja las cartas y se va rápidamente, con la mirada asesina de mi amor en su espalda, creo que si tuviera un fusil, ya estaría muerto.
La cena transcurre bien, Marianne y su novio pasan el tiempo susurrándose cosas al oído, se llevan muy bien.
En pleno medio de la cena, siento la mano de Auracio sobre mi muslo, p