John
- Mamá, despierta, no has comido nada en todo el día, ven a ducharte y luego comerás.
Ella se levanta y va a lavarse. Espero, cuando ella termina, pongo la mesa y comemos.
- Sé que no tienes mucho apetito, pero tienes que hacer un esfuerzo, para tener un poco de fuerza.
- Lo sé, hijo, pero es tan difícil. No tengo a nadie más.
- Pero, yo estoy aquí.
- Lo sé, pero no es lo mismo. Era mi padre, siempre estuvo ahí para mí, siento este vacío dentro de mí.
- Lo sé, mamá, pero estoy aquí, va a estar bien. No me separaré de ti aunque me lo pidas. Y he decidido que después de las funerales, vamos a volver juntos. Y no es un tema de discusión, no te dejaré sola aquí.
- Pero, no estoy sola aquí, tengo a mis amigos y mi tienda.
- ¿Qué tienda? No hay nada ahí dentro.
Come, mamá, se va a enfriar.
Ella vuelve a comer.
Después de la comida llamo a mi mano derecha para darle instrucciones y preguntar si todo va bien allá.
Mi mano derecha se llama Auguste, tiene 38 años, nos conocemos desde siemp