Lisa
- Estoy seguro de que ese día me maldijiste y debes quitarme esta maldición.
Intento evitar su toque porque mis pezones comienzan a arder, pero él me retiene contra él.
- ¿A dónde vas así? Déjame tocarte como quiero, por tu culpa,
ninguna otra mujer me afecta.
- Eres un enfermo, si crees que podrás hacer conmigo lo que quieras.
No tengo intención de dejarme llevar.
Espero que me entiendas, no tienes interés en entrometerte en mi relación con tu hermano, no tienes lugar entre nosotros.
- Ese es el error que cometes cada vez: ¿crees que estás en posición de exigir algo? ¿Crees que puedes decirme lo que puedo o no puedo hacer?
Me tira del cabello para que nuestras miradas se crucen, en sus ojos veo ira.
- Vas a dejar de ponerte altanera cada vez que te hablo, y
agradece que acepte compartirte con mi hermano, porque podría decidir no compartir mi pastel, sería tan fácil para mí arruinar su relación, no tienes idea.
Me besa bruscamente como para castigarme.
- Por favor,
- Sí, prefiero