Lisa
- Me quita el dedo de la boca para permitirme hablar.
- ¿Quién soy? ¡Te dejo adivinar!
- ¡Héctor!
- ¡Me alegro de que no me hayas olvidado! ¡Sabes, yo tampoco te he olvidado! ¡He estado pensando en ti todo el tiempo!
¡Te extrañé mucho! ¿Y yo, te extrañé?
Mientras habla, me enjuaga la cara para quitarme el jabón que empieza a picarme un poco en los ojos. Luego su mano desciende a mi generoso pecho, que acaricia suavemente.
- Por favor, Héctor, ¡soy la novia de tu hermano! ¡No puedes hacer esto!
¡Piensa en tu hermano! Te lo ruego, te lo imploro, si tienes una pizca de bondad en ti,
¡detén lo que estás haciendo!
Él estalla en carcajadas:
- Ja, ja, ja, ¿una pizca de bondad? Pero cariño, deberías saberlo mejor que yo: ¡que no la tengo! ¿No lo sabías? ¿Cómo puedo estar mucho tiempo lejos de este hermoso pecho y este cuerpo tan perfecto!
Me chupa la oreja y baja al cuello, que muerde. Me debato en sus brazos, pero me sujeta firmemente. Su otra mano desciende a mi sexo, me acaricia liger