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Capítulo 22: No es suficiente.

  

Ariane  

Abro los ojos, nos miramos, pero mis ojos comienzan a nublarse ante la avalancha de emociones que caen sobre mí, una multitud de torbellinos pasa por mi cerebro, no veo nada.  

Me vuelvo ciega en el transcurso de un minuto, voy bajando suavemente de mi atalaya. Fue mágico.  

Él se desplaza suavemente de mí, tengo los ojos cerrados, ahora tengo vergüenza de haber disfrutado tanto de los potentes movimientos de cadera de aquel a quien insulté por ser viejo.  

Se sienta a mi lado y levanta mi cabeza para que pueda mirarlo.  

- ¿Estás bien? ¿No te ha dolido demasiado?  

Agito la cabeza, con los ojos aún cerrados.  

- Mírame, quiero ver tus hermosos ojos, princesa, abre los ojos.  

Abro lentamente mis ojos, él me observa, buscando saber si efectivamente estoy bien.  

- Estoy bien, has sido muy dulce.  

- Gracias a Dios, pensé que te había dolido mucho.  

- Pero sí, me dolió mucho, pero ya pasó.  

- Te prepararé un baño, vuelvo enseguida, me besa y va a la ducha.  

Auracio  

Llegando a la ducha, abro el grifo, echo los sales relajantes y empiezo a hacer el baile de la victoria... sí, sí, sí.  

Yo, Auracio, hago el baile de la victoria... estoy feliz, muy feliz, irremediablemente feliz.  

Lo hice, estuve con ella, y supera todas mis expectativas. Estoy volando.  

Me encanta la sensación de volar, de flotar.  

Haaaaa, Ariane, si supieras el efecto que me haces.  

- ¿Estás bien ahí dentro?  

- Sí, cariño, ya voy.  

Salgo rápidamente para levantarla y ponerla en la bañera.  

- Descansa un poco, voy a buscar comida y a cambiar las sábanas.  

- De acuerdo, pero hazlo rápido, tengo hambre.  

- Mejor di que ya me extrañas.  

- No pierdes el norte, tú.  

Me pongo mi pantalón corto y abro la puerta, para encontrar la comida en la entrada, una comida digna de un rey. Tomo la bandeja y cierro la puerta.  

- Cariño, ¿te traigo la bandeja allá donde vamos a comer en la habitación?  

Tomo fotos de la sábana ensangrentada por la ruptura de su himen, miro mi sexo y le digo que ha hecho un muy buen trabajo. Pero no ha terminado, y él ya está listo para atacar.  

Siempre listo para el ataque.  

Ariane  

M****a, creo que le gustó hacerme el amor, para alguien que me dice que me iré en cinco meses, ya está completamente en el papel de novio. ¿O es porque le gustó ser el primero?

- Lo llevaré a la habitación,  

- De acuerdo, cambio las sábanas y te alcanzo.  

- Ok  

Me encuentra unos minutos después, se coloca frente a mí, entra en la bañera, toma una esponja y comienza a frotarme, los pies, las piernas, abre mis muslos y frota por dentro, lo inmovilizo.  

- Ve despacio ahí, aún me duele.  

- De acuerdo, cariño, iré despacio, dice mientras me acaricia lentamente, toma un tubo, pone un gel en sus dedos.  

- Es un analgésico, lo pondré allí, va a aliviar el dolor.  

Él mete su dedo en el agua y encuentra su sexo y comienza a masajearme, lentamente, cierro los ojos y saboreo el bienestar que me proporciona.  

Luego, vuelve a tomar la esponja y me frota las manos, los brazos, el hombro y los senos, que disfruta provocando.  

Finalmente, deja la esponja y con su mano me jabona, me acaricia, siento su boca en mi cuello, que ataca con una infinita dulzura. Gimo.  

Lo empujo y me incorporo.  

- Déjame también jabonarte.  

Él se deja hacer, tomo la esponja, empiezo a lavarlo, aprovecho para acariciar sus anchas espaldas, su rostro fino, su pecho, y... bajo para encontrar su hombre listo para disparar.  

Levanto los ojos para mirarlo a los ojos. Tiene una sonrisa de depredador.  

- No me digas que ustedes dos nunca descansan.  

- Vamos a descansar cuando estemos cansados, por ahora siempre tenemos hambre de ti, me dice acariciando mi pecho.  

- Baja las patas, pervertido. Yo también tengo hambre, pero hambre de comida. Así que salgamos para que pueda tomar fuerzas.  

- A veces tienes razón, necesitas fuerza para lo que te espera.  

Salgo de la bañera y trato de caminar, y no puedo.  

- Pero, ¿qué me hiciste? Eres un salvaje, y deja de mirarme como un hambriento, ven a levantarme.  

- De acuerdo, princesa, eso es lo que tenía intención de hacer, excepto que me has adelantado, sabes que estoy a tus órdenes, cariño.  

- Oh, qué buena broma, todo esto para que coma rápido y tú puedas acostarte conmigo como quieras.  

- Está tan bien dicho que no puedo contradecirte.  

- Eres un idiota.  

- Yo también te amo, cariño. Todo lo que me digas hoy entrará por una oreja y saldrá por la otra.  

- Idiota.  

- Sí, soy yo.  

- ¿Eres serio?  

- Claro que soy serio, llámame como quieras, cariño, idiota, bastardo, eso me resbala. Ven que te levante, estoy a tus órdenes, cariño.  

Me deja delicadamente sobre la cama, comienza a secarme, luego me coloca bien sobre la cama, y pone la bandeja sobre mis muslos. Él tampoco se viste, está desnudo como un gusano.  

- Buen provecho, cariño.  

Veo un desayuno muy abundante. Como a mi antojo, de vez en cuando, él limpia mi boca con su boca. Está enganchado, lo juro, río por dentro, él se hace el machito afuera y dentro de la habitación yo soy la reina...

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