Anna
Espera a que termine de vestirme y me pide que la siga, cosa que hago. Salimos de este pasillo para ir a otro más lujoso. Jóvenes nos adelantan, solo llevan sujetadores y tangas, no tienen ninguna vergüenza.
Otras con objetos con forma de pene. Parecen tan felices, y sobre todo, sin complejos. Pasean así por este casino sin nada más que esa lencería.
Llegamos al compartimento más lujoso que he visto hasta ahora. Ella abre una puerta con una tarjeta y me hace entrar. Veo al señor de hace un momento con una toalla alrededor de la cadera.
Sin volverse, pregunta:
– ¿Qué es lo que tarda tanto?
– Ella aún no había terminado. Pero ahora está lista. Yo me retiro.
Ella se dispone a irse pero le tomo la mano:
— Por favor, no me dejes sola con él, te lo ruego.
El señor se da la vuelta y nos pregunta:
– ¿Desde cuándo se han vuelto amigas las dos?
Giselle se libera de mi mano diciendo:
– No somos amigas, amo.
– Cierra la puerta al irte.
– Bien, amo.
Ella sale y cierra la puerta. Me he deteni