Salvador
Miro a esta mujer entre nuestros brazos, es tan hermosa. Ella es nuestra de nuevo por toda la noche. No entiendo cómo hemos llegado a esto. Lo que importa ahora es darnos placer como siempre hacemos con ella. Ella se entrega completamente a nosotros, a nuestros deseos perversos, a nuestras fantasías más locas. Con ella, no tenemos vergüenza de expresarle lo que queremos.
Nuestras manos están por todo su cuerpo. Ella gime, grita su frustración por no ser satisfecha por nuestras tres pollas. Nos gusta que nos suplique que la cojamos. Esa dulce boca sabe hacer tantas cosas, y sabe bien suplicarnos que la follemos salvajemente. Actualmente, está suspendida en el aire porque sus pies ya no tocan el suelo. Está en nuestros brazos mientras la acariciamos, la आहोतamos... Se retuerce en nuestros brazos.
- Os lo suplico… ya no puedo más.
Necesito vuestras pollas grandes dentro de mí. Ho… por favor… por favor.
¡Os deseo tanto!
Paso al frente para darle mi polla, la pongo delante de su b